El hundimiento demócrata se traslada también a los
ejecutivos de los estados, donde los republicanos también arrasan
Las elecciones de medio mandato en Estados Unidos le han llevado la
contraria a un lugar común. Eso de “¡es la economía, estúpido!” que se sacó del
magín un asesor del presidente Bill Clinton ha quedado en esta ocasión fuera de lugar.
La economía estadounidense ha salido de la recesión y funciona mejor que
ninguna otra en el hemisferio occidental. Pero los resultados de las urnas han
retratado al líder de ese milagro, el presidente Barack Obama, y a todos
aquellos que le han secundado.
El Congreso y el Senado, todo el
capitolio, serán de color rojo –curiosamente, en este país “los rojos” son los conservadores-, pero el desastres
demócrata no que se queda ahí. El comportamiento en la elección de los
gobernadores de los estados, lo más parecido a los presidentes autonómicos,
corrió por la misma senda.
A los del partido de Obama no les salió nada bien. Frente a la más que probable
pérdida del control de todo el poder legislativo, su objetivo se había centrado
en “robarle” a los rivales a dos gobernadores de prestigio.
Fracasaron en los dos casos. Fracasaron con los dos Scott, uno así
apellidado y el otro, de primer nombre. Rick Scott, en una pelea muy
ajustada, se impuso en la carrera por Florida, uno de esos estados que siempre
son decisivos en la elección presidencial. No hace falta recordar el escándalo
de las elecciones del año 2000 y los recuentos que le dieron la Casa Blanca a
George W. Bush, cuando su hermano Jebb era el gobernador.
El otro Scott, en pugna por Wiscosin, todavía era una pieza más codiciada.
Scott Walker mantuvo el cargo en un estado donde los republicanos han arrasado
en el Congreso y el Senado. Pero Scott Walker era una pieza preciada por los
progresistas: es un hombre del Tea Party y uno de los que más suena como
posible en la carrera republicana de cara al 2016.
En este desastre hay un reverso, es decir, las derrotas en casa. No se
trata, ni de lejos, del mal resultado de Jason Carter, el nieto del presidente
Carter, uno de los presidentes con peor cartel en la historia estadounidense.
Jason perdió en la carrera de gobernador por Georgia frente a Nathan Deal
por casi trece puntos porcentuales. Hay cosas todavía que duelen más a los
demócratas y que afectan directamente a la familia Obama, a Barack y a
Michelle, y a su amor propio por Chicago. El republicano Bruce Rauner se hizo
con el gobierno de Illinois. Le ganó al amigo de Obama, a Pat Quinn, con el que
mantiene una estrecha relación.
Otro bombazo. El republicano Charlie Baker se llevó por los pelos, pero se
lo llevó, el cargo de gobernador de Massachusetts, informa Associated Press. En el Fairmont Copley Plaza de Boston, un
bastión demócrata, cayó en el desanimo al saberse la derrota de Martha Coakley.
La derrota tiene un significado especial. Casi mitológico.
Massachusetts es el bastión familiar del Camelot estadounidense. Nada menos
que el feudo de la dinastía de los Kennedy. Los “azules” también han
perdido Maryland, o Michigan, o Maine, feudos propios. Y a punto estaba que les
pasara lo mismo en Connecticut o Colorado, otros lugares de gobernadores
habitualmente “progres”.
Mantuvieron sus dos grandes graneros. En California, según todas las
proyecciones, Jerry Brown ganó con claridad en su última oportunidad. Brown es
uno de los políticos más y mejor valorados en Estados Unidos. Al contrario del
Andrew Cuomo, que se llevó la reelección de Nueva York, pese a que los sectores
más de izquierdas, que son los que le auparon, le quieren cada vez menos. Le
culpan de apoyar al sector de los casinos (sombras de corrupción), y de no
haber hecho nada por mejorar los salarios mínimos o de haber confraternizado
con los ricos para no subirles los impuestos.
La noche tuvo su excepción. El momento de suspiro para los republicanos. El
republicano Tom Corbertt, de 65 años, se convirtió en el primer gobernador de
Pensilvania que pierde la reelección desde que el estado cambió su constitución
en 1968. El mérito se le ha de atribuir al demócrata Tom Wolf, empresario con
experiencia en el servicio público.
Otra que hizo historia fue la demócrata Gina Raimondo.
Es la primera mujer que logra ser la gobernadora de Rhode Island. Raimondo,
además, es de origen hispano. En Texas, al gobernador conservador Rick
Perry le sustituirá un correligionario. Que también tiene su mérito. En alguna
ocasión, los contrarios se metieron con Greg Abbott. A sus 56 años, será el
primer gobernador en silla de ruedas.
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http://www.lavanguardia.com/internacional/20141105/54418580229/elecciones-eeuu-democratas-pierden-gobernadores-obama-kennedy.html#ixzz3ICeU3Vmq
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